La cultura de la violencia
Muchas de las creencias, valores y actitudes que imperan en nuestra sociedad contribuyen a la aparición y el mantenimiento de la violencia y, por consiguiente, a la aparición de conductas de bullying o acoso escolar. Algunos ejemplos de estas creencias son los estereotipos machistas, el racismo, la homofobia, las diferencias en el trato según la clase social, el desprecio de aquellos que parecen más débiles o que “no han conseguido nada en la vida”….
Es necesario, para combatir la violencia generada por estas actitudes, conseguir cambios que nos permitan superarlas. Algunos de estos cambios son los siguientes:
- Critica total y respaldada con hechos de todas las formas de violencia.
- Desarrollo de condiciones que permitan resolver los conflictos sin recurrir a la violencia.
- Crítica del castigo físico como medio de educación y disciplina.
- Sensibilización sobre la violencia y sus efectos negativos, tanto sobre las victimas como sobre los agresores, ya que es un problema que afecta a la sociedad en su conjunto.
- Desarrollo de la tolerancia y del respeto a todos los seres humanos.
- Sensibilización hacia los colectivos que necesitan una protección especial, por estar en una situación de debilidad o de minoría.
- Superación de los estereotipos sexistas y rechazo total hacia la violencia de género.
- No debemos buscar culpables, sino soluciones. Muchas veces buscamos una única causa para las conductas de acoso escolar (el niño está en una edad difícil, su familia está desestructurada, la televisión transmite mucha violencia…) y creemos que identificando la causa ya no es necesario hacer nada más. La violencia escolar es un problema multicausal, que debe ser abordado desde todos los puntos de vista y en cuya erradicación debemos implicarnos.
Estos cambios repercutirían positivamente, disminuyendo no sólo los casos de bullying, sino también los de discriminación, violencia de género… El desarrollo de unos valores que mejoren nuestra convivencia con las personas que nos rodean es una tarea difícil que no se conseguirá en dos días y que exige el esfuerzo de toda la sociedad. Sin embargo, no por ello debemos desesperar sino que debemos esforzarnos en lograr estos objetivos en nuestro entorno más inmediato: la educación de nuestros hijos o alumnos y nuestra propia manera de tratar a nuestros semejantes.