¿Cómo detectar un caso de bullying como educador?
Para los educadores es sumamente importante poder detectar si se está produciendo algún caso de acoso escolar entre sus alumnos. Esto no suele ser fácil ya que los acosadores suelen llevar a cabo sus acciones cuando no son vistos (sobre todo por adultos), las victimas tienen miedo de hablar o se avergüenzan de lo que les está pasando y entre los testigos impera la ley del silencio por temor a ser considerados “chivatos” o a convertirse en las siguientes víctimas.
Por todo ello, el personal del centro docente debe efectuar una estricta vigilancia de los lugares en los que suelen producirse las acciones de acoso y estar muy atentos a cualquiera de los siguientes indicios:
- Hay que observar las relaciones de los alumnos no sólo en las clases sino también en pasillos, patios, lavabos, comedor…
- Debemos fijarnos en los nombres de las pintadas de las paredes y los baños. Si un mismo nombre aparece con frecuencia, puede estar señalando a un niño acosado.
- Debemos prestar especial atención a los alumnos que sean “diferentes”, ya sea en su aspecto físico, su etnia, su forma de ser…
- Hay que prestar atención si las intervenciones de un alumno en clase provocan risas o abucheos de sus compañeros por norma general.
- Si un alumno se ausenta de clase sin justificación (hace “pira”), puede indicarnos que tiene miedo y no se atreve a contarlo. Hay que prestar especial atención si nos enteramos de que el alumno se ausenta de clase solo, sin compartir la escapada con ningún amigo.
- Si un alumno no muestra interés por relacionarse con el resto del grupo y no participa en las actividades extraescolares y salidas del grupo, puede indicarnos que no quiere estar con el resto de sus compañeros, lo cual puede ser un signo de bullying.
- Si un alumno acude a nosotros con quejas sobre insultos, burlas o agresiones, nunca debemos tomarlo como “cosas de chicos” o ignorar sus protestas. A las víctimas de acoso escolar les cuesta mucho dar el paso de contar su problema, por lo que no podemos abandonarle y dejar que su esfuerzo no valga para nada. Tampoco queremos decir con esto que debamos creer automáticamente cualquier denuncia de un alumno, sino que todas ellas deben ser tenidas en consideración y examinadas a conciencia.
- También debemos preocuparnos si un alumno “pierde” continuamente su material escolar o nos comenta que le roban cosas.
- Debemos estar atentos a los cambios inexplicables de humor de los alumnos, sobre todo a la tristeza, la depresión, el llanto, el aislamiento, accesos de rabia…
- Si el alumno presenta continuas quejas por enfermedades físicas, como dolores de cabeza o de estomago, debemos preguntarnos si estará somatizando la ansiedad causada por un posible acoso escolar.
- Las variaciones en el rendimiento escolar y la pérdida de atención y concentración también pueden ser indicios de bullying.
- Si los padres se ponen en contacto con nosotros para decirnos que el niño se niega a acudir al colegio, debemos programar una reunión con ellos para encontrar la causa y poder descartar que se trate de un caso de acoso escolar.
- Por último, si encontramos pruebas físicas de agresiones (moratones, arañazos, cortes…) para las que el niño no tiene una explicación totalmente convincente, debemos investigar el asunto en profundidad y, si lo consideramos necesario, ponerlo en conocimiento de la directiva del centro.
Los profesores pueden utilizar diversas técnicas para detectar posibles víctimas de exclusión social o acoso escolar y encontrar y neutralizar a los “lideres negativos”. Entre ellas destacamos los sociogramas, las entrevistas con los alumnos y con los padres, las tutorías individuales y colectivas, la observación…