La disciplina como prevención del acoso escolar
La disciplina es uno de los pilares fundamentales en los que se basa la prevención del bullying o acoso escolar. No entendemos disciplina como el uso de castigos físicos o una enseñanza totalmente autoritaria y dictatorial. Esos matices negativos con los que se ha teñido la palabra disciplina han hecho que, en la actualidad, muchos modelos de enseñanza, tanto familiares como escolares huyan de ella, con las consiguientes consecuencias negativas.
Debemos entender la disciplina como la enseñanza del respeto a ciertos límites. Los niños y adolescentes, aun dejándoles autonomía y capacidad de elección, deben aprender desde pequeños que hay límites que no deben sobrepasar nunca. Para la enseñanza de la disciplina es necesario que las normas impuestas sean claras y coherentes y que no cambien con el tiempo o nuestro estado de humor. Además, debemos asegurarnos de que el niño las entiende, adaptándolas a su nivel de comprensión.
En el entorno escolar, también debe haber una serie de normas y límites, preferentemente consensuadas por toda la comunidad escolar. Los puntos que deben quedar claros para el establecimiento de esas normas son los siguientes:
- Si la violencia y la agresividad en el centro escolar quedan impunes, se generará más violencia. Si los niños ven que el acosador puede atacar sin sufrir ninguna consecuencia negativa y conseguir todo lo que quiera (ya sean objetos materiales o status, poder y atención), imitarán esos comportamientos.
- Las sanciones impuestas a las agresiones escolares deben diferenciar claramente entre victimas y agresores. No podemos encontrar a dos niños pegándose en el patio y castigarlos a los dos por igual sin saber exactamente qué estaba sucediendo.
- La disciplina debe favorecer cambios de pensamientos, de sentimientos y de comportamientos en la dirección de los objetivos educativos. No se trata de inculcar a los niños una serie de conocimientos para que pasen exámenes, sino educarles en valores y diferentes perspectivas.
- Hay que enseñar a los niños habilidades no violentas de resolución de conflictos (mediación, negociación…). Una vez que tengan otros instrumentos para resolver sus problemas interpersonales, mejorará su convivencia y el respeto por los límites.
- La disciplina debe ayudar a luchar contra la exclusión social y no aumentar su riesgo. Debemos tener mucho cuidado con nuestros propios prejuicios para aplicar las normas a todos por igual.
- Por último, debemos incluir la disciplina en un contexto de democracia participativa, es decir, todos los miembros de la comunidad escolar deben cooperar para establecer las normas. Esto hará que las sientan como suyas y que estén más implicados en cumplirlas.