¿Cómo afrontar que mi hijo pueda ser un acosador escolar?
Los padres de los niños acosadores suelen mostrar problemas para aceptar que su hijo está cometiendo bullying. Para muchos de ellos, aceptar este hecho supone admitir que no conocen a su propio hijo, que conviven con un extraño. Por ello, normalmente se cierran a admitir esa idea y creen que la mejor manera de ayudar a su hijo es negar las acusaciones y mostrarse hostil hacia quien se la está comunicando, ya sea el padre de la víctima, el profesor o la dirección del centro. Otras veces, aun admitiendo que su hijo pueda estar implicado, sólo aceptan parte de la responsabilidad del niño, pensando que será otro el instigador y que su hijo se comporta así por la influencia de las “malas compañías”.
Lo primero para afrontar que nuestro hijo puede ser un acosador escolar es pedir toda la información posible sobre las acusaciones. Hay que averiguar hasta qué punto está implicado el niño y, una vez hecho esto, acudir a hablar con él.
El niño deberá asumir su responsabilidad. Debemos mostrarnos firmes y no aceptar excusas ni mentiras. Es importante que el niño acabe comprendiendo que su conducta está mal y que no es aceptable por la sociedad. Aunque en este momento él esté viviendo la experiencia de que ejercer la violencia sobre los demás le da poder y una elevada posición social entre los compañeros, debe entender que eso le causará problemas en sus relaciones futuras. Por desgracia, hay muchos padres que no son capaces de inculcar estos valores en sus hijos porque ellos mismos no los comprenden y piensan que no hay problema en acosar a los demás y que siempre es mejor ser el agresor que la víctima.
Una vez hemos hablado con el niño, debemos ponernos en contacto con el centro para buscar soluciones. Si es necesario, buscaremos un psicólogo (ya sea del propio centro o externo) que nos ayude a encontrar las causas del comportamiento del niño. Ningún niño nace siendo violento, agresivo o delincuente. Debemos encontrar las causas para poder corregirlas. Estas causas pueden encontrarse en el aprendizaje a partir de modelos de conducta equivocados (obtenidos a través de la televisión, los videojuegos, la propia familia u otros compañeros). Otras veces los niños se comportan de manera violenta porque están pasando por una situación difícil (un divorcio, un cambio de ciudad, la muerte de un familiar…) o porque son a su vez víctimas de abuso y trasladan su ira y su humillación a los demás. Por último, podemos hablar de algunos niños que, careciendo de las habilidades para ser populares y aceptados por los demás niños, utilizan la violencia para conseguirlo.
Una vez detectada la causa, estaremos en el camino de enseñarle al niño que las conductas de acoso no son aceptadas por la sociedad y tampoco por su propia familia y que tendrá consecuencias negativas si persiste en su comportamiento.